Un sueño.

Mientras te escribo,
aún tengo el sabor de tu cuerpo en mi,
aún siento el roce de tu piel
y parecía un sueño...

 

 

¿En quién piensas?

Apenas un susurro, 
apenas una palabra.

¿Cuál sería?

¿Cuál es la que oyes?

¿Qué momento tienes en tu mente

y qué te hace arder de sólo recordarlo?
Cierras los ojos,
escuchas el latir de tu corazón,
respiras profundo.
Una suave caricia,
un leve roce,
tu respiración se agita.

¿Una cama, la ducha, una mesa?

escoges el lugar,

¿frente a frente, por detrás?.

¿En qué piensas?

¿En quién piensas?

sonríes, suspiras, gimes, te tocas,
te estremeces...

Nuestro encuentro.

La excitación que surge de tus sueños

es el señuelo que me lleva a acariciarte

alimentando con besos el deseo de tu cuerpo

haciendo que el frío se vuelva ajeno y distante.

Tu desnudez me ciega esta noche

y tu cama clama por nuestro encuentro,

colmada de pasión

me muestras el sendero a tu paraíso.

Dulce miel.

Diluye en tu boca mi deseo,

recorre con la suavidad de tus labios

la intensidad de mi cuerpo,

deja que fluya suavemente el placer.

Mis ojos se verán en los tuyos,

tu lengua responderá con caricias

y tu boca saciada de deleite,

ansiosa se llenará de miel.

Tus ojos cerrados atesoraran sonrisas

de el dulce sabor

que se cobija ahora dentro de ti.
 

 

 

Soñaré.

Voy a dormirme sobre tu pecho
al amparo de tu corazón
con el dulce latir que brota de él
y soñaré que eres mía.