Ir y venir,
tal como la marea se acerca a la orilla
para acariciarla, mojarla
y volver a retirarse para empezar otra vez.
El constante ir y venir,
igual que el día
que se funde con la noche al atardecer y amanecer
para esperar el momento de hacerlo nuevamente.
Así me haré parte de tu cuerpo
en un ir y venir ascendente de placer
para volverme marea y tú mi orilla
y empezar otra vez.