El atardecer pintado
en el horizonte sin fin de tus anhelos,
donde cual faro tus sentimientos
como dorado reflejo guían a los navegantes
deseosos de naufragar en tus aguas cristalinas
y probar del salado océano de tu bahía,
disolviéndose así en el mar de tu deseo para entrar
hasta el límite que separa
la calma de lo que fue, de la furia por ser.
Algamarina enredada en rimas fraguadas
con intenso sentir,
flotas desnuda entre algas
sumisa ante las caricias del oleaje,
mansa entre los perfumes marinos,
abrazada a la sal perdonando el dolor,
con la mirada colgada en el sol,
con la miel fresca en los labios
donde la tentación sucumbe ante el ocaso rendido
tras la agitación vehemente de la marea
para volver a la superficie junto al vibrar apasionado de tu cuerpo.
Y cual mensaje que llega hasta la orilla de tu mar
en la quietud húmeda escondida de tu profundidad
encontrarás estas caricias como huellas en la arena de tu piel,
susurradas con la suavidad que iguala a la de la brisa costera
cuando la marejada se retira para volver a recorrerte despacio.