Cuando la mañana cruce la noche para encontrarte y hasta aquí te traiga con tus caricias aladas
entre besos que viajan desde tu alma hasta la mía
vestidos con suspiros etéreos emanados de tu aliento.
Los labios bañados de néctar que te esperan
para endulzar tu cuerpo modelándolo con ternura
sucumbirán al calor envolvente de tu danza
cabalgando más allá del señuelo que tejen los desvelos.
Tu mirada serena iluminada y envuelta en colores,
tus sutiles movimientos dibujando estelas sobre mi cielo
sin frío o viento de otoño que se atreva siquiera
a quebrar tus alas de seda cubiertas de fantasía.
Y yo, pasajero privilegiado a través del aire fresco
veo gravitar tu cuerpo con las alas del deseo
y ondulando plácida por sobre lo perfecto
vas embebiendome al ritmo de tus caderas.
Y somos cómplices de la irrealidad entre nosotros
como una llama en la oscura noche
que permanece más allá de la primavera
para que un jardín de rosas el soñador te tenga.