y tu cuerpo lo hace dócil ante los besos del amante perfecto
el espesor de la distancia se disuelve como soplo de un aliento
entre palabras y gemidos que se encuentran sin tropiezos.
Rompes y traspasas la voluntad más cerrada
cuando tras el tímido asomo tus ganas
se transforman en ansias que rebosan
y tu total entrega no demoran.
El corazón se vuelve delator en su agitación
y la humedad te inunda como rocío en mañana de invierno
llenando de dulzor la hora más fría y oscura,
cuando el resto duerme y la excitación eleva el alma muda.
Mi sonrisa te rinde y sin prisas te desnuda
para descubrir la secreta forma de tus lunas,
el tiempo se hace lento observador espiando sin discreción
y la mañana asoma entre abrazos mojados de fresca lluvia.
Mi boca imita el roce de tu aire que embruja
cuando tu deseo se inclina ante la pasión secreta
y tus pupilas atentas devoran en la contemplación
ese pequeño tesoro que tus labios anhelan con premura.
No existe desierto cuando tu piel al vibrar se moja,
ese vibrar que como vez primera en ti se graba
para que no olvides las caricias que te cuidan
y hacen que la noche entre ellas sea todavía luminosa.