Detrás de tu mirada
pintada de ensoñación y brisa serena
tus alas se ocultan a aquellos ojos de alma ciega
y se expanden como un signo más de tu belleza.
Tu piel de arena blanca en cuerpo de sedosa espuma
nada envuelta en tu vestido que se agita
como pétalo al viento de primavera,
en el que flotas sensible a las caricias del mundo que te rodea.
Y cual ocaso en ese mar que te apasiona
te sumerges cada noche entre quietas horas,
donde la resonancia en tu pecho imita a la caracola
suspirando sentimientos que son tu propia música.
Allí, en tu mundo de contraluces y detalles
de imágenes perpetuadas por tu memoria
vuelas para ser luz más allá
y cruzar nubes cambiando silencios por colores.
Porque sentirte se vuelve ganas de ser el aire que te roce,
ganas de ser la noche que te sueña
y entre desvelos piensa que en ti se enreda,
mientras la penumbra sucumbe ante tu presencia.
Y si un poema no alcanzara a plasmar la luz de tu reflejo
no estaré equivocado totalmente
porque es así como te siento
al tacto de mi alma y de mis versos.