de los perfectos relieves de blanca piel que alberga tus encantos
como si en un lienzo de seda estuviesen plasmados
cual obra maestra en mis manos a resguardo de todo maltrato.
El momento se vuelve precioso envuelto en cómplice secreto
con el sutil contacto en el juego retratado de las siluetas,
en tanto mi cuerpo se transforma en cimiento para el tuyo
y las caricias van depurándose hasta explotar en júbilo.
Todo se sucede cuando mi tacto derriba tus defensas y desata tus amarras
desplegando el olvido y desvaneciendo todo resto de lo vivido
para volvernos acción y reacción febril,
revelándote para mi como ruborizada niña en tu tierna esencia.
Porque el cuerpo interpreta lo que el corazón susurra
y el alma percibe lo que los ojos callan
al ver la mirada verdadera que busca ser la voz que no escuchas,
mirada de mujer valiente y bella, un cielo que nadie puede tocar.
El lugar donde cada latido multiplica el palpitar de tu ser
que se estremece para invocar mi nombre en el ultimo suspiro
y así llegas hasta el límite donde nadie antes te llevó
despertando tras cada orgasmo la sorpresa de tus sentidos.