Cuando la marea trae susurros llegan como Algamarina.
Gracias por regar de ti mi jardín con tus versos.
Besos llenos de dulzura que te lleguen.
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Siento los versos en mi piel,
como el mar masajea mis poros,
las caracolas son mis oídos,
y las manos tibias, los ojos...
Sigo en mi orilla,
mojada entre las algas,
rendida ante su luz,
al brillo de su alma,
saboreando su dulzura,
en la arena cálida,
que cubre mi cuerpo,
y sus manos cabalgan...
La humedad del vestido
que se adhiere a la piel,
el mar con sus oleaje,
me acaricia y da placer...
La humedad de los besos,
los más dulces, de miel,
mojan mis bahías azules,
y las hacen estremecer...
La humedad en caricias,
tibias, una y otra vez,
que espero cada noche,
cada día, al amanecer...
Un sueño húmedo,
con alas azules,
horizontes rojos,
con besos dulces...
La bruma del mar azul me moja,
con un manto cubriendo mi piel,
mientras el
vértigo de las olas,
me penetran con dulcísima miel...
Secretos que trae el viento,
besos que navegan los mares,
bocas que se
unen en alientos,
y sueños dormidos en humedades...
Las caricias lo pueden todo,
enviando recuerdos al olvido,
y los ojos como
dos luceros,
endulzan de luz, cada suspiro...
El valor de la sonrisa,
el brillo de la mirada,
y el temblor de la
piel,
al escuchar las palabras...
El valor de las
mareas,
acariciando las playas,
y ese dulce acunar suyo,
entre mis
bahías de agua...
La humedad que baña la luna, el temblor que producen las manos sobre la piel
y el extenso territorio que cruje en caricias...
El aire suena en la garganta y el oxígeno hidrata el corazón...
Así, simple, dulce, húmedo...