Robé el brillo incandescente
de tu mirada tan viva que asomaba
entre el espiral inquieto de tu pelo
cuando el viento privilegiado lo acariciaba.
Robé el halo de tu sonrisa
desprendido de la perfecta línea de tus labios
como trazo de un pintor inspirado
en donde los besos que los encuentran se vuelven afortunados.
Robé el instante en que me tocaste
y tropecé entre las palabras que no son certeras ni explican nada
cuando no estás más allá, sino allí más cerca,
quitándole belleza al paisaje que eclipsas.
Y si quisiera yo de ti hacer un sueño,
ser ese rey que pronuncias valiente
trepando a las alturas del castillo de tu cuerpo
para beber de tu fuente mis deseos?