No sospechas, no imaginas que mi boca también se altera al ver tus pechos cobrando vida y ser presos de tus manos en esa simpleza que también guarda la agitación de tus caderas. El viaje excitante de tu manos que yo hago mio al mirarte, como el gemido de tus labios que en mis oídos se vuelve canto y me lleva a un lugar lejano.
Y no hay palabras. Todo se explica y encuentra sentido en lo que veo.
Y es que no sospechas que la excitación de mi se apodera, al ver la tuya expresarse en ese arco que tu cuerpo traza exponiendo a mi mirada lo que piensas es un secreto, y es cuando en mi nada se contiene al ver desnuda tu alma y ajena a las mentiras.
No sospechas, no lo piensas siquiera que mirarte causa el destello en mis ojos callados y esa luz se vuelve sonrisa escondiendo una mueca perversa tras ella. Las pupilas dilatadas se reflejan en el orgasmo que modula tu garganta y mi impulso se manifiesta sin ataduras ante la revelación admirada.
Y no hay palabras, y no puedes ver lo que yo veo, porque todo existe en mi mente cuando lo haces para mi.