Te convertiste en mi sueño recurrente que cuando noto que estoy despierto aún siento que vuelo tomado de ti y puedo percibir el aliento que sopla hecho roce desde nuestras bocas y nos toca, provocando ese latido que se torna ansioso al suspenderse cuando se ahoga en la garganta antes de renacer en un gemido desde lo más profundo.
Te seduzco y al mismo tiempo me seduces con la insinuación tan sutil de tu mirada, con tu labios entreabiertos y tu dedo sobre ellos, con la inocencia justa en tu expresión, aquella que yo pervierto y tiento para jugar a desafiar al tacto.
Con tus ojos vendados entrelazas tus piernas a mi espalda para con ellas poner candado a mi cercanía, así te vuelves como el aire meciéndote al vaivén de tus caderas sobre mi.
Mis manos no tropiezan con nada delineando tu figura, se mueven a voluntad por tus dorsal subiendo hasta tu pelo que se enreda en mis dedos cual seda. Me refugio en tus brazos en tanto tus pechos rozan mi cuerpo, la respiración se agita y el ansia se multiplica, mis dedos descienden hasta el final de tu espalda y hago brotar tus ganas, y tú haces que desee con prisa recorrer el desnudo paraíso de tu piel develado sólo para mi.
Inhalo de ti el perfume que eleva mi pasión y tus alas se despliegan para alzar el vuelo más allá de cualquier mal sueño, sólo con el vértigo del tacto enardecido al tenernos.
Es que tu presencia embellece el silencio y las palabras tan sólo se callan porque nada de lo que digan iguala a la caricia de nuestras almas.
Me sueñas y te sueño, en el instante que subes a lo más alto y junto a mi te atreves a ir tan lejos por encima de todo, que no parecemos tener fronteras ni final volando a través del deseo, tocando las alturas del placer y convertidos en estelas donde el único riesgo es ciegamente perdernos.
Y en el momento preciso en que te quito la venda de los ojos tras derramarnos juntos, tu mirada encuentra la mía y en ambas, el mismo brillo sin miedo a quemarnos. Te llego, me llegas, muy dentro.
Llevas mi presencia en ti porque vivo en ti y tú en mi tocándonos en el interior.
No dejes de sentirme, ponte tus alas para mi.