viernes, junio 07, 2013

Tú mi reina, Yo tu rey.

Y te vuelves un deseo
en la mañana vestida de fina lluvia,
y te vuelves el suspiro que quiero
para asirme de tu mano y tú de la mía,
con las estrellas como guías.
Y tu boca se muestra
dueña de labios donde la sed moriría,
cuna fértil de susurros y gemidos,
lugar de besos para viajes infinitos,
deseada fascinación que me llama.
Dime que puedo y me esperas
dejando que las caricias se abran paso,
más allá de los límites impuestos
y así ser de ti como tú de mi
que del otro lado te espero para sentirte.
Tómame, llévame en tu nube
y en la profundidad tibia de tu ser cobíjame,
camina descalza sobre las llamas de mis ansias,
que el sol brillará en tus ojos,
y mi cuerpo será tu trono,
tú mi reina, yo tu rey.


jueves, junio 06, 2013

Gracias por el cariño al regalarme.

Premio de Cora
 

 
Premio de Pilar (Los ojos de la niebla) 
 
 
 
Premio de Isaboa
 
 
Premios de Idolidia
 
 
 

sábado, junio 01, 2013

Costa mágica. (Dueto con Algamarina)

Una sirena me envolvió con su canto y me llevó entre las olas mar adentro
haciendo eco de mis versos con los que brotaban de ella,
así nació entre el oleaje impetuoso este poema.
 
Muchas gracias Algamarina, sirena de playas doradas
por permitirme llegar a la orilla de tus húmedas y mágicas costas.
 
 
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"Costa mágica" 
(Algamarina y Dulce)

Juntos invocaremos la tormenta más viva,
que se desata tras la libertad contenida,
para doblegar y someter la mente
a través del juego de los placeres.

Juntos esperaremos la brisa más tibia
después de cada ansiedad alborotada,
para gozar con las manos que acarician,
y con el éxtasis de frutos que estallan.

Pulso a pulso mediremos el tiempo
para caer luego uno en el otro disueltos,
como olas de fuego en el mar de la excitación,
sin nada que decir, pero todo para sentir.

Poro a poro en el océano azul profundo
marcaremos de fuertes temblores la playa,
la humedad de dos cuerpos trenzados
en una costa mágica de mareas y agua.

Abriremos la puerta de la pertenencia,
muy tensadas estarán las amarras
y tu sexo como vértice placentero
que agita de placer las entrañas.

Abriremos las azules bahías de bruma,
oteando en la marea la nave más alta,
así, cuando seamos el eco interior que brota
de la voluntad entregada a quien la reclama.