a ese viento que respiras peligrosamente
entre el perfume ligero de la noche
y no te abandona al sigilo de los sueños
sin robarte antes los últimos instantes de cordura.
Cúlpalo de la visible agitación en tu pecho
cuando inesperadamente se acerca
y te induce sin pesar a los deseos
trazando el camino que sigues sin saber
que te atrae y te lleva al mismo tiempo.
Cúlpalo además de la tibieza de tu desvelo
y de todas las palabras que por nadie escribes
cuando tú y él se vuelven adictos al verso,
cruzando silencios suspendidos
entre las miradas que se hablan.
entre las miradas que se hablan.
Cúlpalo, que así todo cobra sentido,
que así todo comienza,
cuando al fin ves sus adentros
y le dibujas en tus mudos labios
un beso delineado con tu dedo.
Cúlpalo de que tu mano lo acaricie
creando relieves en el aire y también,
de que la única realidad cierta
sea la que explica tu sonrisa.
creando relieves en el aire y también,
de que la única realidad cierta
sea la que explica tu sonrisa.