con tu cabello dorado y tu piel de marfil,
con tu cuerpo nacarado destellante frente a mi
y te vuelves fantasía en una noche de desvelo
improvisada con los ojos tan abiertos.
Y me respiras
como lo haces con la primera luz del día
envuelta en pureza desde tu halo de luz,
mientras el incendio nace debajo de la piel
propagándose de extremo a extremo
cual hoguera fecunda que nos consume lenta
como el vicio más intenso apoderándose de los dos.
Porque para mi brillas
en esta especial conjunción
de placeres mutuos que acorta las horas,
dejando que el tiempo se disuelva
ajeno a la incandescencia
de nuestra lascivia y sin poder robarnos
esta fascinación de desearnos.
Brillas