Piedra Preciosa.

Piedra preciosa

amalgamada de alma transparente
y sensual piel desnuda,
tal como eres

ángel de perpetua hermosura,

de quieta apariencia como la espuma

pero de sangre caliente

para quien goza de tu fortuna.

Condéname al impulso de robarte 

y admirarte de cerca con codicia

que quiero oírte exclamar esa simple palabra

que desencadena desde tus labios la lujuria.

Piedra preciosa,
amplio firmamento en el que vuelo

estira tu mano y tócame hasta los huesos
 átame a la intensidad del momento con locura

y enséñale a mi boca ese otro idioma para decir

todo lo que guardamos lejos de las miradas,

porque sólo tú me intuyes,
cuando yo a la vez te intuyo,

tú tan mía, intensamente mía,

yo tan tuyo,
siendo pulso e impulso,
tan cerca tocándonos. 

 Piedra Preciosa

Pequeño cuerpo.

Atraparé en la ingravidez al tiempo

recorriendo sin prisa y a mi antojo

la dócil pequeñez de tu cuerpo.

Treparé hábilmente por las torres de tus pechos

dejando que mi lengua ondule libremente por ellos

y lograr que ardas inclementemente por dentro.

Nadaré en el espesor del calor entre tus piernas
guiado por el faro permanente de tu sonrisa

para sentir el afluente de tus mares.
Comeré desde tu boca el fruto desprendido de tu aurora

y serás mi flor de seis pétalos

en el instante que para mi te vuelvas eterna.

 

 

Deseo oscuro.

Nublo tu pensamiento
desde la primera palabra dictada con malicia
que como atrevida caricia te pierde
apoderándose de tu fascinación.
Te rindes ante la mirada y la sonrisa,
con la boca callada por el vivo beso
que guía dócilmente tus pasos
y sin condiciones te hace ceder.
Sigues las señales
del amo de tu furia desinhibida
y entre las sombras te elevas
por sobre el deseo oscuro,
para descender por la noche
mojando como lluvia de oro
que se convierte en el alma de tu goce.
Y es así que soy el único testigo
del cautivo placer de tus sentidos.