Eros la busca por las noches
y le roba espacios al silencio para convertirla en su diosa,
anticipa su llegada porque sabe
que cuando ella venga va a quebrar toda calma.
Ninguno esquiva la flecha si alado es el deseo
capaz de avivar cualquier fuego escondido en las sombras,
arden sus ojos yendo al encuentro de los suyos
renunciando al parpadeo por perpetuarla en la mirada.
Así construyen su palacio,
a ratos impetuosos, a ratos mudos,
creyendo estar dormidos dentro del mismo sueño.
Hasta que la respiración asciende por ella
y se hace lluvia que le moja los pechos,
al tiempo que le implora por su descontrol se desarma trozo a trozo,
al final, él la convierte en su dicha
como inspiración reflejada en el fulgor de sus pupilas
y ambos engendran placer
dejando que se les escape el alma.
y le roba espacios al silencio para convertirla en su diosa,
anticipa su llegada porque sabe
que cuando ella venga va a quebrar toda calma.
Ninguno esquiva la flecha si alado es el deseo
capaz de avivar cualquier fuego escondido en las sombras,
arden sus ojos yendo al encuentro de los suyos
renunciando al parpadeo por perpetuarla en la mirada.
Así construyen su palacio,
a ratos impetuosos, a ratos mudos,
creyendo estar dormidos dentro del mismo sueño.
Hasta que la respiración asciende por ella
y se hace lluvia que le moja los pechos,
al tiempo que le implora por su descontrol se desarma trozo a trozo,
al final, él la convierte en su dicha
como inspiración reflejada en el fulgor de sus pupilas
y ambos engendran placer
dejando que se les escape el alma.