La ataba a mi y la rendía
penetrándola con sólo el destello de los ojos,
me internaba en su ser
y llena de dicha ella me complacía.
Se abría sin temor a todas las posibles fantasías
y de sus labios surgían todas las palabras que yo quería,
ella era todas las maneras posibles de ser y hacer
entregada en devoción y absoluta adoración
a cada emoción expresada hasta las lágrimas.
Nada pedía y todo ofrecía,
llevaba grabado el sentimiento más allá de la piel
llevaba grabado el sentimiento más allá de la piel
y en su cuello lucía un collar
engarzado de suspiros y latidos,
engarzado de suspiros y latidos,
con una cadena que unía las almas en una promesa,
dueño de su alma y corazón,
porque era todo