Desnúdate
de piel y de consciencia,
expuesta a los sentidos
y vibrando entregada al roce,
como si fuera ese instante el primero.
Roba cada aliento al aire que te reclama,
vuélvete la fuente inagotable del deseo
y crece hasta la grandeza con el ímpetu
que hace que todo cobre vida
con extrema impaciencia,
y despierta
con la humedad habitándote entre las piernas
para que me reconozcas en ella.