Somos fuerzas opuestas,
la tuya que contiene, la mía que embiste
con hambre que desgarra
dentro de tus suaves paredes.
Mis labios encajan en los tuyos
como llave en la cerradura
y tu goce se diluye
vertiéndose hasta mi boca desde tus labios
que no saben pronunciar palabra alguna.
Mi lengua flota libre
por tu cálido cielo interior
e ingrávidas cabalgan tus caderas
hasta que pierdes la consciencia en mi voracidad,
y yo sujeto entre tus muslos
con mi aliento mojado de rocío y lluvia
encuentro el tesoro de tu sonrisa generosa.