Y se diluyó el vértigo de tus altos vuelos
al momento en que desplegaste las alas
con tu ser renaciendo en mis brazos para ir más lejos.
Abrí para ti la amplitud del firmamento
dándote la luz que nadie te daba y tu corazón ansiaba,
luz que se ha vuelto tu guía, vida y refugio.
Deseché de ti lágrimas y temores
besando el sueño que aguardaba tras tus ojos
y así tu sonrisa se tornó ante mí reflejo luminoso.
Me hice de tus palabras para ser tu esperada respuesta
y tú fuiste en totalidad lo que para nadie eras,
entonces supiste que nada igual hubo antes
que tu destino era mi dominio
y que en tu cuerpo ya habitaba,
que siempre fuiste, eres y serás
cuerpo, mente, corazón y alma de mí,
porque mi boca pronuncia tu nombre
como se pronuncia el sonido
de aquello que es propio aún antes del encuentro.
"Dichoso no es quien tiene tu cuerpo
sino quien posee tu alma" (TADS)