Conozco la redondez perfilada de sus formas
que apenas la luz vislumbra con acierto
cuando sólo yo puedo verla
desnudándose entre fragmentos,
hasta el punto preciso en que sus pezones despuntan
y sin tropiezo alguno
voy a su encuentro.
Transformado en demonio con alma de fuego
osadamente la pervierto,
siendo en su lecho latente presencia
que incrustada se apodera de su cuerpo,
y ella inconmensurablemente tan deseada
pierde toda noción, atrapada,
derritiéndose en el fervor de mi sometimiento.