Me oculta su gesto,
pero me revela su inspiración
en el soplo que libera
anunciándome su cercanía.
Se mueve a contraluz
con la sutileza que brota de su risa
y la incitación que nace en su intención
desvaneciendo la mudez del silencio.
Y yo, cada vez más turbado
por sus vocablos
que se expanden por mi interior
construyo la escena de memoria,
mientras ella entona
articulando jadeos de súbita pasión.
Qué más de cierto para mi ansia,
no tengo vicios,
pero ella me consume por completo.