Al borde de mis ojos
sobrevuela y se posa su anatomía
con la belleza que destila su estampa,
con su perfume que es más que una fragancia.
Con su silueta ceñida a un rojo corpiño,
con su azabache cabello que se descuelga
al filo de sus hombros,
al roce de sus pechos.
Con áurea medida
en la geometría de su diáfana figura,
donde todos sus ángulos