Dice.

Dice que soy
el sol que cruza su ventana al despertar,
el lucero que cuida sus sueños,
que yo le hago maravillosa
que por mi brilla.
Dice que soy
la luz que habita en ella
que su alma es mi alma
que nació para la medida de mis manos
que está presa de mis dominios
con sólo respirarme.
Dice que quiere
otoños, primaveras y veranos a mi lado,
las horas alegres y también las tristes
que soy su todo
su Amo, su Dueño, su Señor
que solo yo sé tocarle el alma,
que solo yo
pruebo el sabor de su esencia.

 

 

 

Celosía.

 

Si alguien pudiera verla

epifánica envolviendo con su luz,

pintando con sus colores,

tomando la forma que ha de tener

un suspiro que exhala vida.

Celosas estarían las estrellas

porque su brillo viaja 

tan lejos entre distancias,

celosa también la noche

que por sobre la luna sea la elegida,

Celosos otros labios

de que sus besos le arrebaten

el aliento a los míos,

celosas las miradas de ver en ella

toda mi fortuna.

Celoso yo

de querer saberte siempre

tan solo mía.

 

  

 

 

Orvallo.

 

Bajo,

imprevistamente me promete

la más fina lluvia

que hayan palpado mis manos,

la misma que moja sus labios.

Cuando el orvallo cesa

mis dedos trepan por sus piernas

tejiendo negros encajes

hasta cubrir su cielo.

Donde nadie sabe que habito,

donde soy pulso que inquieta,

donde ella me guarda

cuando subo.