En mieles se bañan sus ojos
albergando el ensueño silencioso,
por el perfil de su nariz resbalo
hasta sus labios entreabiertos
que con sensual desmesura
me susurran la promesa de un beso.
Luce como obra clásica
nacida por el regocijo del pincel
de algún pintor enamorado,
conquistado por ese fino gesto
que se alza desde su cuello
con sutileza para decorarla entre detalles
que por si solos tienen vida
y en el conjunto crean su belleza.