Por mí fuiste,
entre caricias mensajeras
que sobrevolaron tu cielo
hasta colmarlo de buenas nuevas.
Te hiciste carne
en la catarsis de lo prohibido
transitando los senderos
más secretos y desconocidos.
Probaste el ardor del fuego
siendo yo el averno en tu centro
y bebiste lluvia alimentándote de vida
al respirar el aire fresco que entró por tu ventana.
Y de la nada tomaste forma
para ocupar el trono
en el que por mí eres
y seguirás siendo.