Exaltadas tus gemas
se ofrecen vivas
a la levedad del roce,
orgullosas se yerguen
cada una sobresaliente
en su halo concéntrico.
Porque no hay medida más exacta
para la trampa que le tienden mis manos,
ni magnetismo más certero
para el trémulo baile de mi lengua
sobre la cuna de tu incipiente latido.