Aparecí en tu horizonte
rodeado de mística luz
con la fuerza de quien reclama
lo que le pertenece desde antes.
Trepé a tu torre, la más alta
alentado por la luz en tu ventana
derribando todo
lo que a mi paso acechaba.
Derroté a las sombras en su propio bosque
librando oscuros sortilegios,
ahuyentando a la lluvia
amenazante en tus ojos.
Y al alcanzar tu mano
tras las noches errantes sin lunas,
para las grietas de mi armadura
te volviste resistente coraza.