Espesa, templada y certera
la lluvia se derrama,
se funde sobre la desnudez encendida
regando con ardor sus puros valles
y se manifiesta como eco explicito
desde su garganta exaltada.
Se vierte, quema, se solidifica
bifurcando los placeres
hasta el final con ella vencida
entre sensaciones de bien,
cuando beso con gratitud
la dicha marcada sobre su tersura.