Adoro la ondulación de tu voz
rompiendo en el aire
con el nombre que te di al renacer,
la resonancia de las campanas
al momento de vernos y acariciarnos el alma
con la punta de los dedos manchando el cristal.
Adoro tu gesto inocente
colmado de magia y milagro
anunciando el siguiente poema
que por ti he de proclamar,
cada relieve desvestido y ofrecido
como refugio de mis ojos
iluminados al mirarte
y cegados al mismo tiempo por tu faz.
Te Adoro.