Entre mi espada y la pared
se alza esbelta tu columna,
pilastra adosada
al fuste de mi hombría
que sin tregua
sacude en la insistencia.
Arco forjado
en la avenencia de la fuerza que jala
y la tensión que atraviesa desde lo bajo,
derribando el espesor que separa
el ser de la carne espetada
amén de contener el goce
para alcanzar lo sublime.