Serenamente posada,
abrazada entre inciensos
espera envuelta en paz
sobre un manto cristalino,
mientras crece desde lo profundo
su deseo carnal.
Como fruto sin espinas,
como flor llena de gracia
naciendo desde la pureza,
nunca tocada.
La semilla es a la flor,
como mi causa sobre ella el efecto,
perfecta, elegante en la quietud
lista para sumergirse en lo obscuro
y despuntar como alba,
siendo yo en ella,
siendo ella por mi.