La tentación carnal
que me brinda tu favor divino
te hace digna
de mi incisiva lujuria.
Enhebrando mi infierno en tu cielo
te sujeto
a la vehemencia que desgarra de ti
el grito más atrevido.
Ungida entre brasas,
adiestrada en mi soberanía
impongo el mandato de mi palabra
para que seas