Hay humedad
en la cumbre de mis ansias elevadas
cuando alientas la sed
con tu vicio que reclama
lejano a la prudencia.
Juegas con ventaja
fustigando con tu tralla impetuosa
todo lo que se gesta
en lo indómito de tu boca.
Y haces llover
toda la espesura rebosante
sobre el manto anhelante
de mi propia piel,
donde con agudo filo
recoges la siembra seminal
sin poder colmar tu ambición de más
en mi aún latente agonía.