Invítame al abrigo de tu morada
con apenas un sutil gesto,
aquel que te he visto hacer
tan descuidado y a la vez
tan perverso.
Déjame bajar tu guardia
para que pueda entrar a gusto
y aquietar esa febril compulsión
que se hace agua y se derrite en secreto.
Desencadena ese oculto deseo
siendo así, tan candorosa
y al mismo tiempo obscena,
que nunca niegue tu cuerpo
a quien te despertó de tus sueños
con tan solo un beso