A ojos cerrados
podría transitar por el encanto
que en ella me subyuga,
de arriba a abajo,
de costado a costado
bambolea su figura ante mí con agasajo.
Entre ángulos y curvas,
la opulencia carmínea de sus labios
y el voraz infinito de su belleza,
con mi mirada cautiva
en esos dieciséis suspiros que revela
a la niña-mujer que incita a mi malicia
y aún así, no consiguen mis versos
desnudar su esplendor por completo.