Vencidas sus alas,
vencidas sus ganas
la encontré habitando la penumbra.
Uno+
Rasgada en el alma
por cuervos que aún sobrevuelan
la cercanía de su morada.
Veinte+
Le abrí el corazón, cálido y húmedo
latiendo aún en carne viva,
y con un beso le devolví el aliento.
Nueve+
Así, de la nada la elevé al todo
enseñándole la suave caricia
de una verdadera atadura.
Doce+
Me ofreció la virtud de su fruto
y caí en la tentación ciega de poseerla,
para verla renacer de mí vestida.
Quince+
Su nombre es
el que pronuncia entre susurros mi palabra,
si hay sabiduría, quien tenga entendimiento, sepa.
Doce.