Cuerpo de Eva,
creación divina
única e irrepetible,
cuidada con la dedicación de mi esmero
y forjada en la calidez de mi sentimiento
que llena todas sus oquedades.
Suspiro nacido del cielo
surgida de mi sueño más cierto
como respuesta a todas mis plegarias,
lo esencial lo revela su nombre
y el mío, indeleble marca que yace
cual surco tallado en piedra.
Y aún cuando mis manos no la tocan
ni ya mis ojos la acarician
mi alma, más mi alma la adora
como si lo imposible no existiera.