No hay razón que no sustente
su irisada maravilla
que ni la amenaza de un silencio
logra apartarla y apagarla.
No tengo que inventarla
si conmigo alcanza todo su fulgor
y he sido creador de su imagen
con tantos nombres dados
y en ella encontrados
como revelaciones que me aguardaban.
No hay nada que pueda negar
cuando todo lo siente realmente,
que es Mía por sobre la carnalidad
y sin posible renuncia,
así como el mar vuelve siempre a la orilla
porque en ella encuentra su calma