Del movimiento con gracia
que precede a la palabra
y anuncia su clara sonrisa,
razón de mi locura.
De la edad temprana develada
en su alma tierna e inquieta,
me he vuelto adicto.
De la luz que brota de su existencia,
del eco celeste que germina en su voz,
del beso oferente evaporado por sus comisuras,
de la ensoñación desprendida por sus ojos
me embriago vívidamente.
Porque soy coleccionista
de todo lo que en Ella existe