Babel nunca supo
de la destreza de mi lengua
y de mi habilidad para llegar hasta el cielo,
yo construyo mi propio templo
erigido con fecunda exactitud
gota a gota desde tu origen.
Anclado
a la resistencia de tus muslos
sofoco el hálito propio en tu frescor
y asciendo vulnerando tu bastión
llevándolo a la inclinación
con total reverencia.
Y aún en mi ceguera pasajera
por tu fúlgida voz adivino
que del agua de tu pozo
tu anunciado diluvio será