De la forma que toman las emociones
sublevándose a la piel
y encajando como piezas perfectas
al desafiar toda lógica
que habla del tacto,
nosotros hacemos causa.
Causa de este efecto que desencadena
el torrente del instinto
que nos lleva al sacrificio de darnos
desprovistos de espejismos
y derribando a golpes de latidos
noches, mañanas y tardes
en cada instante de este prodigio de ser