Por ese momento
en que tu interior es mi jaula
encerrando a la fiera iracunda,
solamente calma
cuando de mí te has llenado.
Por ese gemido ligero
nacido de tu peso
cayendo sobre mi pétrea fisonomía,
tantas veces como nos tiente
el desenfreno y su ambición.
Por ese lapso perfecto
que le robamos al tiempo
abrasados en la misma hoguera
que nos enfrenta en esta pulsión
de sangre feroz.
Por eso y tanto me perteneces.