He conquistado el territorio
en donde no hay fin
y la primavera siempre estalla
con sus invisibles aromas desnudos.
He sembrado allí la posesión
para que seas propiedad ahora de mi alma
donde perpetuo reinaré
sin medida de tiempo ni espacio.
Porque Señor de tu feudo soy
en pretérito y en futuro,
proclamado a viva voz
desde la certeza más vital
de tu sentimiento.