Encadenados como versos
damos vida a un poema,
oferentes plegarias somos que la carne cobija
cuando la satisfacción busca ser derramada.
Batiente y con bravura el placer delata
a través de gemidos usurpados desde las entrañas
que resuenan gobernando el pensamiento.
Y se impone la fuerza latente
con cada golpe que aprisiona,
adueñándose de ese abismo vertiginoso
ansiado de humedades.
Intima la esencia que nos llueve,
dulce el susurro que nos vence,
fértil tu bahía donde desemboca mi cauce
ocupando los espacios donde te abres
hasta tornar desnudo el abrazo atemporal
que nos une en la resurrección fiel del sentimiento.
( Dulce & Slave )