La tentación empujó al impulso
y tras el impulso primigenio
cayó sin demora la caricia,
haciendo ceder a cada sensación
rendidas en una única sonrisa.
En sucesión
las reacciones se abrieron paso
las reacciones se abrieron paso
desatando sin limites los pudores,
desde la viveza del latido
al gesto escondido que inquieta,
desde la gota que silente resbala
a la palabra atrevidamente incendiaria.
Hasta la última estación,
la euforia que todo lo derriba,
rotunda concluye en un orgasmo
consecuencia de este efecto