Desafías la cadencia de un adagio
al pasearte con sutileza
en la creciente rigidez
que conjura mi excitación.
Revoloteas por el envarado estambre
germinando hilos de miel
que hilvanan tu embeleso
a mí tallo de savia fecunda.
Y cedo,
cedo vencido al vigor de tu sorbo
vertiendo con derroche
el crisma que resbala densamente
confirmando la veneración
en la verdad que inspira