Y entonces, aún despierto,
vi aparecer victoriosa
una tercera luna,
que bajo un velo
cubría su imagen verdadera.
Presuntuosa,
buscando atraerme a su oasis
segura de saciar la sed,
de hacerme caer entre espejismos
con tan solo quererlo.
Nómade me quiere
por sus arenas de piel morena
donde sueño morar como caricia
entre las dunas nunca recorridas,
nunca tocadas,
jamás en su intimidad besadas,
límpidas y tan codiciadas
para descubrir cuánto de cierto hay
en sus húmedos bancales
de virginidad inexplorada.