La imponente imagen de un León en el llamador le causó cierta intimidación, pero ya había tomado la decisión de llegar hasta allí y no era el momento de dar paso atrás. Fue cuando la puerta se entreabrió como por arte de magia, solo necesitó empujarla para cruzar el umbral hacia la sorpresa.
Se encontró ante ella con un elegante salón de amplias ventanas, un piano de cola en un costado y un camino regado de pétalos cautivaron su atención, parecían invitarla a recorrer ese sendero y así se dispuso a hacerlo. Unos pasos más allá otra puerta que daba hacia una habitación iluminada tenuemente con velas, sobre la cama una nota que decía: "Si has llegado hasta aquí es porque estas dispuesta a jugar. Sigue mis ordenes, ponte el atuendo que he dejado y espera pacientemente."
Despojada de temores se atrevió a seguir adelante, se desnudo en el cuarto y se vistió con la fina lencería que él había dejado preparada, más una venda para los ojos que ató sin demora tras su cabeza. Se recostó sobre la cama sintiendo que alguien la observaba, su respiración se volvió más agitada, y un sobresalto la estremeció cuando escuchó unos pasos venir hacia ella. Y lo oyó más cerca decirle: "No temas, sé que has esperado este momento."
Esa frase bastó para que ella se sintiera segura, suspiró sin poder contener lo que le provocaba y se dejó en su manos, la desnudó lentamente al tiempo que la recorría con besos y caricias. Su cuerpo se retorcía sobre la cama al sentir como sus manos la elevaban en sensaciones tan deseadas. Oía, olía, sin verlo siquiera, pero recordaba esa intimidante mirada en la cafetería, en ese momento la boca de él tomaba posesión de sus pechos y ella gemía sintiendo como sus labios bajaban lentamente por su piel hasta donde ya era fuego y agua a la vez . La noche apenas comenzaba.
Al llegar la mañana despertó a solas, miro a su alrededor, recorrió la casa pero él ya no estaba, miró su reloj, llegaba tarde al trabajo, y salió prontamente de la casa.
No pudo quitárselo de los pensamientos y de lo que su cuerpo sentía. Lo vio entrar a la cafetería como cada mañana, su mirada se clavó en ella que le sirvió el té acostumbrado sin decir nada, solo hablaban las miradas y los gestos. Al irse volvió a dejarle una nota: "Te espero nuevamente esta noche, esta vez ve al salón de juegos" ...
Relato que forma parte de la convocatoria "Entra" para el blog "Paraíso de Letras" de Ginebra Blonde.