domingo, marzo 25, 2018

Susurros de Mag.


Este es un texto, parte de un comentario,
que Mag dejó ya hace un tiempo en mi blog,
y todo lo bonito merece un lugar destacado.

Gracias Magda por dejar estos susurros en mis dominios.

Beso dulce Mi Estimada Magda.
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Y en esa vorágine, azota el viento la sangre que hace que los cuerpos vibren y se intensifiquen, que el sudor se convierta en estado incontrolable de la entrega sublime...
El culmen de la vuelta, la recta...
En la recta, la savia.
En la curva, el río desbordado

Bajo el tacto de la mano se esconde el verdugo del alma, del derecho y la devoción de Ella;
la palpitación extrema de un latido constante que en agua se diluye cuando de los besos crece y de las entrañas destierra…

Momento íntimo entre dos que palpitan al unísono, cuando el Regio horada los montes tallados de perlas que se engarzan a su curvas con el delicado roce de la espuma que se densa en el roce.

Un destino, un predestino… Una cruz tallada para una garganta, un lecho para un cuerpo… Y se es porque así está en origen, en el culmen sagrado de una llamada: La suya en Ti…, la que la hizo más libre, la que la hizo volar, la que le dio la fuerza para sacar lo más íntimo de ella y brindarlo… La que te hizo Señor.
Del origen al destino…
Por ella. Por Ti.

© ɱ𝒶ğa

martes, marzo 20, 2018

Verdad.


Era mi propiedad
silenciar la oquedad de su boca
e inquietar su bullente corazón
cual jaula abierta
donde los pálpitos
alborotaban su cabeza.
Sumirla
en el influjo de mi palabra
enervándola como espiga
curvándose para sentir,
germinar y enraizar
la verdad nunca negada.
Conjuro de almas
más allá del afán del tiempo
y la mezquina memoria,
porque no importa el nombre
que le otorga investidura
si el mío vela al cobijo de su esencia. 
 

jueves, marzo 15, 2018

Rapto.


A través de horas obscuras
me deslizo como el aire
invadiendo hasta su interior.
Nadie oye el eco
que cruza reverberando en los oídos,
nadie puede ver como me elevo
por sobre la mirada fascinada
eclipsando toda luz.
Despojándola de dudas
me aprovecho de su debilidad,
sé que me dará cuanto quiero.
Soy el escalofrío que la estremece,
exhalación y oración susurrada
desde sus labios trémulos en idolatría.
Puedo llevarla por senderos
jamás transitados
raptando la calma dormida
en los brazos de las fantasías,
alimentándola hasta el sofoco
solo dejando el húmedo rastro
de mi profanación.